La localización de la obesidad (tronco o periférica) es una forma más precisa para definir el grado de la obesidad y su gravedad (riesgo de sufrir comorbilidades) que el propio peso de la persona.
La localización de la obesidad (distribución de la grasa) nos indica si la obesidad era centrípeta (visceral, de predominio abdominal) o losángica con predominio de muslos y glúteos (externa). En la primera el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas es superior a la segunda en proporción de 3 a 1.
Los médicos nos guiamos por el IMC (Índice de Masa Corporal) que si bien por si solo no es suficiente para determinar el grado de obesidad y su gravedad; la ayuda de una impedanciometria, prueba obligada en toda consulta de obesidad, y especialmente como paso previo a la cirugía y en controles posteriores, soluciona las limitaciones del IMC.
¿En qué consiste la impedanciometría?
El impedanciometro asociado a una báscula (Tanita ®) nos permite descomponer el peso corporal en sus tres componentes: grasa, masa magra (músculo + hueso) y agua. Además de indicar los kilos y porcentajes de los tres elementos en extremidades y tronco (abdomen) así como en cada una de las extremidades por separado.
Es un procedimiento simple que nos da una situación real del IMC (distribución de la grasa) permitiendo precisar mejor las indicaciones de los distintos tratamientos.
Esto nos ha permitido cambiar el concepto de obesidad grave (central) por el de síndrome metabólico de tratamiento quirúrgico.
En el 2017 no se puede valorar la obesidad aislada como tal; pues tan importante como el grado de obesidad; o más aún, son las enfermedades que la acompañan: diabetes, hipertensión arterial, hígado graso, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, etc…